Los cinco libros de Mi pequeña Belén
Ilustración de Belén
Ilustración de Mochilonga

La tienda de
"Mi pequeña Belén"


El nacimiento de "Mi pequeña Belén..."

Hace 18 años cenábamos en familia cuando llegó mi hermana más chica, Nadia Belén, quien en ese entonces estaba en segundo grado de primaria. Había salido de compras con mi madre, y emocionada se dispuso a abrir las bolsas y desenvolver los paquetes para enseñarnos lo que traía consigo. Un pantalón jardinero, una remera blanca para gimnasia, zapatos negros para el colegio, y un gorro de lana naranja con el que de inmediato cubrió su cabeza. El gorro intentaba imitar las facciones de un gato, le habían puesto ojos, pequeñas orejas, y unos bigotes largos hechos con tanza retorcida. Nai, como llamamos a mi hermana, estaba feliz con su gorro, y comenzó a bailar intentando hacer los pasos que le enseñaban en clases de danza. Y la niña comenzó a saltar y a girar con los brazos extendidos, dejando que su largo cabello negro se moviera como una capa en su espalda. La imagen de mi pequeña hermana bailando con ese gorro con cara de gato en la cabeza, quedó grabada en mi mente. Esa misma noche describí todo lo que vi, la describí a ella lo mejor que pude e instantáneamente, aunque aún no tenía ninguna historia, supe que esa imagen me serviría para darle vida a la protagonista de uno de ellas. Con el tiempo creé a una niña que amaba a los animales y los rescataba de la calle haciendo renegar a su madre, pues todos los días llevaba a casa uno diferente. La niña, demasiado pequeña para su edad, sin amigos, extremadamente curiosa y con un corazón enorme, bajaba por unas escaleras que conducían al oscuro sótano, y en una valija con olor a humedad encontraba un gorro de lana con cara de gato, que la miraba y le hablaba. Con el tiempo el sótano de su casa se convirtió en el ático de la casa de su abuela, el gorro de gato se convirtió en un disfraz de pájaro llamado Picoazul, y ese, amigos, fue exactamente la manera en que nació Mi Pequeña Belén. Recuerdo que por aquel entonces no había escrito nada para niños, mis narraciones generalmente estaban dirigidas a adolescentes y adultos, por eso me llevó años completar la historia. Durante todo ese tiempo disfruté del proceso de creación, disfruté imaginando las situaciones y personajes de los libros, sin embargo, jamás fui capaz de imaginar las satisfacciones que estos más tarde me traerían. Aún queda mucho por contar en relación al mundo de Mí Pequeña Belén, de hecho ese maravilloso y mágico mundo terminó convirtiéndose en un universo, un universo que sigue en expansión… Y aquí estamos.

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